Sentía un olor extraño pero a la vez delicioso, mi cuerpo tenía una forma inhabitual de comportarse, eran como pequeños espasmos que a cada cierto minuto descendían y subían volviéndome loca, cerrando los ojos y esperando que nunca pasase.
A la vez escuchaba un sonido profundo pero lejano, unas notas que sobaban mi corazón en un mar de agujas.
Sí, era un dolor tan placentero que mi garganta se abría y dejaba escapar sonidos que se fundían con el otro, formando una melodía que recordaba perfectamente. Esas melodías que guardas como recuerdos en algún lado de tu cerebro, pero cuando pasa el tiempo, la imaginación los modificaba y se volvían reales.
Pero no era yo la única que sentía esto, de hecho yo había cambiado completamente, porque los movimientos no eran de una sola persona, era de dos. ¿Pero quién estaba ahí, junto a mí? ¿Quién era el que me acompañaba para suplir esas noches de soledad, en las que vivía siempre?
Deja de pensar, boba.
Disfruta.
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