sábado, 9 de enero de 2010

Siempre.

-Hola, ¿cómo estás?-

-¿Qué te importa, Imbécil?, ¿acaso te importa ALGO de la mierda que me pasa?. Preocúpate de tu vida, pobre hueón…-

 

Mi mente divagaba, y creía no tener el control de mi boca, trataba de mirarlo a los ojos pero mi lengua afilada seguía tirando insultos como si él tuviera la culpa de todo. Ni siquiera salían lágrimas, sólo era el odio contenido que me hacía tirar esas palabrotas sin sentido..sin..pies ni cabeza.

 

De un momento a otro las palabras fueron cesando, el latir de mi corazón se fue calmando, y mi respiración volvía a ser normal. ¿Qué era lo que pasaba?. Abrí los ojos despacio, y me encontraba entre unos brazos firmes, pero a la vez suaves. Aquél a quien había insultado y herido, estaba ahí, abrazándome.

 

-Te adoro-le susurré tan despacio…que dudé por unos segundos que él me hubiera escuchado.

-Sabes que yo también te adoro. Estaré aquí. Siempre.-

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