domingo, 17 de enero de 2010

Paraíso.

-¿Siempre?-Le pregunté alzando la mirada para encontrarme con esos ojos negros firmes, pero a la vez sensibles, que me miraban tierna y dulcemente. Él sólo me sonrió y supe que así iba a ser, una especie de confianza casi ciega por el otro que muy poca veces se daba.

 

Me estreché más contra su abrazo, sintiendo el latir de su corazón, y su cálida respiración peinar mi cabello. Para mí, ese era el paraíso.

 

¿Porqué será que necesitamos el contacto humano para sentirnos vivos?

 

Los minutos pasaban y ninguno de los dos se separaba, algo susurraba pero no lograba entender qué era lo que me decía, estaba demasiado concentrada en contar y sentir su corazón, me había vuelto adicta a escucharlo.

De a poco, empecé a volver a mi tiempo, los años habían pasado, los olores eran los mismos, las sensaciones eran las mismas, sólo habíamos cambiado físicamente, entre el conjunto de arrugas de esa piel un poco reseca, ahí seguían esos ojos negros que me habían conquistado la primera vez que los vi, cuando yo era sólo una niña que no sabía lo que quería.

 

-¿Recuerdas cuando me abrazabas así como lo haces ahora, hace unos años atrás?-

-Claro que lo recuerdo, para mí, eso fue el principio de nuestra vida en el Paraíso.-

 

¿Porqué algunas palabras quedan tan marcadas en nuestra memoria?

-Había algo que me susurrabas ese día…No sé porqué nunca te lo pregunté…-murmuré agachando la mirada, en esa típica actitud que tenía cuando me ponía nerviosa por algo, y no quería que me miraran.

-Creo que eso lo sabes…-me dijo tomando mi barbilla, para que nuestros ojos volvieran a juntarse.

Le sonreí de vuelta, había comprendido.

Lo que me susurraba esa noche, era lo que él quería vivir junto a mí. Quería ser mi amigo, mi esposo y mi amante, y que nuestro pequeño paraíso aquí en la tierra, lo compartiría conmigo.

 

Nuestro Paraíso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario