Intento materializarte ante mis ojos, pero sólo consigo cerrarlos con fuerza para recordar aquellas noches en que me enredaba en ti. Suave roce sobre tu piel, nacidos suspiros y besos terminados en agónicos abrazos.
Cada rincón impregnado de tu presencia, pero aún así huelo a ausencias desparramadas por doquier, sin sonidos transparentando la falsa noche. Algo más que mi piel te llama, te grita.
Y pasará entonces que apareceré cada día de tu vida al lado tuyo, sonriéndote, abrazándote y demostrándote cuanto te amo, con mis manos y mi calor.
ResponderEliminarSiempre te amo, cada día más.