miércoles, 27 de octubre de 2010

Through her eyes

Te impregnaste en cada sonido, frase, acorde de esa canción que es inevitable que no te recuerde cada vez que aparece en el playlist de mi reproductor. Me tiemblan las manos cuando cierro los ojos, me concentro en la canción y ahí estás. Tan cercano, tan tangible a mí. Hasta tu respiración la siento, quitando la mía propia. Y no duele tanto, duele en la justa medida que te hace placentero, porque me acompañas con esa canción.

Recuerdo esa noche. Tú dormido, yo trabajando. Me gustaba tanto cuidarte por las noches. “Mi ángel” me decía. No quería seguir trabajando, tenía tantas cosas que hacer, era tarde y no quería dormir, quería acompañarte, quería danzar contigo en tus sueños. Dejé las cosas botadas y esa canción apareció. “Mierda”, pensé y me dispuse a verte, en silencio. Pero una sensación me envolvió, no era necesidad… ni siquiera sé que era. Pero, era tan intenso que empecé a mandarte mi energía. Pensaba “qué despierte, amor despierta…¡amor, despierta!, ¡aquí estoy, quiero ver tus ojos!” y no pasaron ni veinte segundos y ahí estabas mirándome con esos ojos que tanto amo. Esos ojos sinceros, que siempre me miraban como queriendo recordar cada facción mía, cada lunar, cada curva. Para que cuando estuviéramos en la oscuridad tus besos fueran por el camino correcto.

Recuerdo que te contaba con lágrimas en los ojos que te llamaba y tú sorprendido me dijiste que algo te incomodaba, que estabas en un estado en que el sueño aún no te consumía, que me tenías en tu mente y que tenías por algún motivo abrir los ojos. Y ahí estaba yo con el corazón en la boca, con las palpitaciones sofocándome, queriendo de una vez por todas besarte.

“Te quiero”, me dijiste y comprendí… me había enamorado.

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