lunes, 30 de agosto de 2010

Siento el dolor de mis nudillos al tratar de derribar esa pared que nos separa, ¿porqué lo hiciste si dijiste que no lo harías jamás?. Otra vez lloro, como si las lágrimas pudieran hacer algo, como si quisiera que se volvieran roca y así poder hacer agujeros para poder llegar a ti. Tengo ganas de decirte que te quiero, que te extraño, que ya no puedo estar sin ti. Pero ahí estoy, comiéndome las palabras, ahogándome en una tristeza camuflada de normalidad.

Quiero quererte como quiero quererte, sin miedo, sin caretas.

Quiero seguir siendo el ángel que te cuida por las noches y olvidar cómo me siento. Reír y verte reír. Decir “soy feliz” y escucharte decir “soy feliz”.

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