jueves, 6 de enero de 2011

Eternidad en el mar.

Respiro hondo, miro mis manos y por primera vez no hay miedo de emprender un viaje. No hablo de kilómetros, paisajes y gente nueva; hablo de rumbos de vida distintos, en este caso, un rumbo de vida junto a tus ojos, de tu mano... de tu mirada.

Nos conocimos como quien conoce alguien que tiene el rol de escucharte, leerte y acompañarte como si la distancia no existiera. -Ahora es cuando cierro los ojos y trato de recordar, le digo a mi cabeza 'No, estos recuerdos no los borres como si fuesen escritos con lápiz mina' y de repente aparecer, tan sólidos y acariciables frente a mi ojos.- Los miro detenidamente, esos son mis recuerdos transformados en fotografías a color. Pero algo pasa, aquellas fotos se mezclan y han creado desorden.

Me pierdo.
Caigo.

Y así de estar en el desierto vuelvo a mi punto de origen:
Las Orillas.

Mis pies sienten aquellas orillas, me llaman, me invitan a caer y liberarme. Pero esta vez mi mano no está sola, mis oídos no escuchan solamente el sonido de sus olas. Estás tú, sonriéndome, recorriéndome entera, nadando en mi interior. Me dices que soy tu mar y que no quieres volver a la superficie.


Sonrío.

Yo.
Tú.
Vientre.


Salto.






Vida.
Génesis.

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