Ni siquiera sé cómo empezar esto. Creo que hace un mes esta historia comenzó extraña e increíblemente a través de sucesos que no se dan normalmente. Cualquiera no se levanta un día en la mañana y le pasan esas cosas. Lo único que sé que lo que viví hace unos días no es la culminación de algo, si no el comienzo de una etapa que la viviré lo mejor posible, porque creo que no me siento tal cual como soy, si no es con esa persona.
Es necesario arriesgarse siempre, si el miedo me hubiera consumido el día antes de emprender aquel viaje, seguiría aquí..con esa duda que te carcome el corazón y no te permite avanzar.
Recuerdo cada momento desde que salí de mi casa, con la humedad en el ambiente. Había sido una noche triste y la lluvia le ponía el ingrediente faltante para denominarla como tal. Iba con el tiempo en contra, el frío me hacía temblar junto con el nerviosismo obvio de saber que podía perder la oportunidad de verte…
Salió todo bien a pesar de todo, las dos horas que tuve que esperar otro bus, volaron mezclando palabras con otra persona que vivía cosas parecidas a mí, pero claro, la diferencia era que, yo intentaba disimularle los nervios de viajar esperando encontrarme con alguien especial.
Para mi sorpresa, el camino que recorrí fue lo más hermoso que he visto en años, la mayor parte vi la costa, es como si el mismo mar quisiera que lo recordara y no lo olvidara. Sonreí cuando me di cuenta de eso. “Oye, yo nunca te olvidaré, en tus olas me siento como en casa”.
Nunca me podría acostumbrar a vivir en esa ciudad, la gente pasa por el lado tuyo y por otros sin percatarse de nada. Viven en su propio mundo, y se notaba demasiado que yo no era de ahí, veía algo que me sacaba de mis pensamientos y podía estar varios minutos observándolo.
¿Y que sigue? ¿El nerviosismo obvio de saber que te vería? No, eso ya lo dije… pero lo vuelvo a decir. Lo estaba, y nunca dejé de estarlo.
Era temprano aún y tenía la misma sensación del día anterior, era extraña. ¿Adónde hubieras ido, si sólo me esperabas ahí?. Última estación, salgo del vagón, saco el celular, miro…y ahí estás.
…de ahí en adelante, no te solté hasta que subí definitivamente con lágrimas en los ojos al segundo piso del bus semi-cama, andén 4.
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