jueves, 16 de abril de 2020

relatos de cuarentena: la cama.





La cama número diez fue especial porque llegó en un momento especial.
Esta cama ha visto mi soledad enmarcada como una vieja cinta reproducida a lo largo del día. No es nueva, pero es la primera comprada por mí. La conté, quizás es la número diez. Una vez tuve una cama que era mi refugio, sólo porque era grande y la compartía con alguien más.

Muchas veces la cama está desordenada, porque mi cabeza está desordenada. Las lágrimas fluyen porque no sé dejar ir ciertas cosas, o quizás se fueron pero quedaron pedacitos rotos en algún lugar.
La cama número cinco o seis, fue la que más tiempo me tuvo, la sertralina hacía eso posible.

Cada una de mis camas miraba la ventana.
     ventanas que vieron todo, incluso una pared de concreto. Creo que esa fue la peor de las camas.
Aunque bien me recibía después de calmar un mal día, una parálisis del sueño y unas crisis de pánico en la ducha.

La cama número siete era una de mis favoritas porque miraba las preciosas casas de el paseo yugoslavo, de vez en cuando había alguien esperando bajo la luz para poder entrar en calor.