Sistemas que se quiebran porque siempre hay uno que va contra la corriente. Me daba miedo ser aquél, cómo si las paredes de mi cuarto cayeran como dominós sobre la calle llevándose el pesar, el disgusto.
Le contaba a mi vieja que siempre había algo para ella aunque pensara que no lo mereciera, ella era el punto de inicio de la caída, de lo que podía llegar a causar en su vida, en la mía y la de los que la rodeaban. Pensaba que si se moría mañana descansaría, pero para mí si se muriese mañana sería dejar la batalla que la ha hecho fuerte y la que le da el semblante que ella proyecta frente a los demás.
Ahora, ¿cuándo pensaré en el mañana?, ¿en mí mañana?.